Pues bien, lo normal es que con la llegada del bebé a casa se tiende a "olvidar" un poco a nuestra mascota, lo que puede provocar en ella los temidos celos. Por ello, debemos prepararla para ese momento ya durante el embarazo para que los evidentes cambios que se produzcan no sean demasiado bruscos.
Lo mejor es habituarla lo antes posible a los cambios que vendrán, ser previsores. Por ejemplo, si tu mascota duerme en la habitación con vosotros y cuando llegue el bebé queréis que duerma en otro lugar, será importante ir acostumbrándola a ese nuevo sitio.
No hace falta decir nada sobre las visitas al veterinario, ya sabéis: muy importante ponerla al día en cuanto a vacunas, desparasitar o proteger contra insectos.
En el caso de que tengáis una perra puede pasar, y así nos ocurrió a nosotros, que cuando se acerque el momento de dar a luz el animal esté más nervioso o quiera estar constantemente al lado de la madre. Puede darse un embarazo psicológico, que efectivamente tuvo según nos reconoció el veterinario. Una razón de más para no dejar de darle ese cariño que tanto necesita.
Una vez ya haya nacido el bebé, se puede dejar al animal una prenda del pequeño para que se vaya acostumbrando a su olor y cuando se esté en casa procurar que en ningún momento se sienta desplazado porque papá y mamá están exclusivamente con el peque.
Tendremos que vigilar cuando el niño gateé, ya que puede perseguir, arrinconar e incluso hacer daño al animal y de esta manera provocar una posible reacción violenta en modo de defensa de vuestra mascota. En el caso de nuestra coneja, le cogió verdadero pánico a nuestro hijo puesto que la perseguía por toda la casa y eso le causaba estrés, aunque nunca llegó a hacerle nada ya que éste tipo de animales no son nada violentos. A día de hoy, son inseparables...
Donde más hincapié debemos de poner es en educar, enseñar tanto al bebé como al animal a respetarse mutuamente para así evitar mordeduras o arañazos. Los padres debemos aprender a poner distancia entre el bebé y el animal cuando sea necesario, ya que así aprenden a respetarse.
En el caso de perros y gatos, por lo general, se acostumbran a compartir las atenciones con el niño y no suelen dar problemas. En caso contrario, hay que tenerlos atados en presencia del pequeño hasta que desaparezcan esos sentimientos que podrían provocar mordeduras o arañazos.
Como decíamos antes, es muy importante el hecho de que el animal esté desparasitado y se recomienda que el animal no se ponga en contacto con el rincón de juego habitual del pequeño.
En cuanto al recipiente de la comida y el agua, se han de mantener lejos del alcance del niño cuando éste gateé ya que los parásitos se transmiten a través de la saliva. Los enseres de la mascota es adecuado lavarlos con agua y jabón para disminuir el riesgo de contagio.
Sin duda, nuestro bebé y nuestra mascota pueden llegar a formar un gran equipo.
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